Los niños realizan mucho ejercicio durante todo el día, y con ello consumen muchísima energía. Así, se produce la necesidad de ofrecerles un refrigerio a media tarde que conlleve la ingesta de diferentes nutrientes; no solo por compensar el desgaste físico, sino también como hábito saludable y momento de relax.
En una merienda saludable no deben faltar los cereales, los lácteos y la fruta. En el primer caso, alimentos como el pan, galletas, palitos, etc. contienen estos cereales y además son ricos en carbohidratos, los cuales aportan la energía necesaria para alimentar los músculos y también el cerebro del niño.
En cambio, los lácteos son los encargados de proporcionar calcio y proteínas, nutrientes básicos para el crecimiento del niño. Así, no solo se debe recurrir a la leche para su ingesta, sino que se le puede ofrecer al pequeño un yogur o un pedazo de queso.
Por último, el tercer grupo de alimentos que no debe faltar en la merienda es la fruta. Éstas son ricas en vitaminas, lo cual es bueno para el buen funcionamiento fisiológico, y también en fibra, básica para ayudar al tránsito intestinal.
Para conseguir que el niño se acostumbre a escoger entre estas opciones, la creatividad de los padres juega un papel muy importante, ya que seguramente el pequeño se guiará por aquello que le agrade a la vista, y por supuesto al gusto. Así pues, un día la merienda podría consistir en un bol de leche con cereales y una pieza de fruta, y al otro podría tratarse de un yogur de frutas, un sándwich y un zumo.
Además, también hay que animar al niño a beber mucha agua o zumos, y acostumbrarle a evitar los refrescos con gas y azucarados..
Evitar los productos industriales
Los nutricionistas consideran que la merienda del niño es muy importante, puesto que cubre un 15% del aporte de nutrientes diario. Aún así, muchos padres restan importancia a los alimentos que se proporcionan en este hábito. El resultado es que muchos optan por darle a sus hijos cualquier tipo de productos como bollería industrial, dulces, paquetes de galletas, bolsas de patatas chips, etc. Pero todos ellos, además de no ser saludables, no contienen los aportes nutritivos necesarios para cubrir las necesidades de los más pequeños, algo que a la larga puede convertirse en problemas de obesidad, colesterol... etc.